Un trasplantado: “Me tocó la lotería: mi única hermana era compatible y me donó la médula”

TRASPLANTE DE MÉDULA ÓSEA BITTOR BILBAO

Reconoce que cuando sabe de algún niño que necesita un trasplante de médula “me entra una congoja de la leche”, pero asegura que las cosas han mejorado mucho
CONCHA LAGO 

  •  
Bittor Bilbao fue trasplantado de médula en 1986.

Bittor Bilbao fue trasplantado de médula en 1986. (David de Haro)
    • Bittor Bilbao fue trasplantado de médula en 1986.
    BILBAO – Preside una asociación muy pequeña de apenas media docena de miembros. “Porque algunos se van muriendo y porque otros, cuando se curan, no quieren saber nada”, dice Bittor Bilbao, que vivió en primera persona la donación de médula ósea cuando aún estaba en pañales.
    Usted es un trasplantado veterano.
    -Estoy trasplantado desde 1986. Mi problema es que tantos años tomando medicación hace que sufra rechazo crónico y se van fastidiando el hígado, los riñones… A mí el rechazo incluso me afectó a los ojos y estuve medio ciego porque como nosotros decimos, los transplantados estamos tocados. Somos transversales, te curas de una cosa y te van fallando otras.
    ¿Por qué es tan difícil encontrar el donante adecuado?
    -Es que es muy complejo. No es como un riñón. Pero afortunadamente ahora las cosas son más fáciles porque existe una red mundial de donantes, donde hay millones de personas registradas y te puede tocar la médula de uno de Hawai o de Australia.
    ¿Y si el donante que se necesita está en Australia?
    -Si es compatible para ti, te mandan lo que necesitas aquí. O al revés. Está todo coordinado a través del Registro Español de Donantes de Médula Ósea (Redmo). La coordinadora de trasplantes de Osakidetza está siempre en comunicación con la red.
    Usted no tuvo que buscar muy lejos. Le sirvió la médula de su hermana.
    -Sí, a mí me tocó la lotería. Yo tengo solo una hermana y casualidad mi hermana era clavada a mí y pudo donarme la médula. Y claro, vino Dios a verme porque hace 28 años no había nada de lo que tenemos ahora. Sin embargo, en el hospital había un chico gallego con trece hermanos y ninguno de ellos era compatible.
    Usted fue trasplantado con 33 años pero lo normal es que sean pacientes más jóvenes, ¿no?
    -Depende. Niños con necesidad de trasplante de médula ha habido siempre. Lo que ocurre con ellos es que debido a la juventud de sus células reaccionan mejor. Cuanto mayor eres, peor. Pero el caso de los más pequeños es terrible, yo cuando me llega algún caso con algún niño afectado, me entra una congoja de la leche.
    ¿Qué opina de las campañas de movilización para captar donantes?
    -La gente se moviliza ante casos tan sangrantes. También sucedió con un chaval de Mondragón. Es algo que surge de forma espontánea pero no se puede hacer por libre. Es Osakidetza la que interviene. Primero miran en familiares directos y si no, te apunta a esa red mundial.
    Tampoco parece sencillo hacer la donación.
    -Es complicado. Primero tienes que superar un test psicológico y luego te explican en qué consiste la donación y la extracción de la médula, y hay gente que se raja.
    ¿Por qué?
    -Porque normalmente para extraer la médula hay que pinchar en la cresta ilíaca, dicho coloquialmente en las paletas del culo. De ahí se saca. Es una operación con anestesia que requiere hospitalización. Y por eso mucha gente no está por la labor. Además si estás en el registro, te pueden llamar mucho tiempo más tarde. Das tu consentimiento en un documento en el que juras que no vas a negarte a dar la médula, pero hay casos en que el donante se echa para atrás.
    Pero ahora, en determinados casos, también sirve la sangre ¿no?
    -Sí, eso resulta mucho más sencillo. Pero depende del tipo de leucemia. Se llaman hemotopoyéticos de sangre periférica: te sacan las plaquetas, y lo que necesites y te lo meten a ti. De la otra forma, te matan toda la médula tuya y te meten la médula nueva.
    Su caso es casi histórico.
    -Es que entonces no había nada. Yo tenía leucemia, estuve con el preun año y pico pero ya no podía esperar más y con 33 años me mandaron a Madrid como un caso raro, al Puerta de Hierro. Hasta la medicación era un desastre. El rechazo crónico es un problema que está ahí y que tenemos casi todos.

    Deixar un comentario

    O teu enderezo electrónico non se publicará Os campos obrigatorios están marcados con *

    *

    Uso de cookies

    Utilizamos cookies propias e de terceiros para analítica e navegación. Podes obtener máis información ou coñecer como cambiar a configuración na nosa Política de Cookies POLÍTICA DE COOKIES.

    ACEPTAR

    Aviso de cookies