Por este motivo, la fundación ha destacado en el informe la importancia de potenciar las nuevas vías de comunicación entre el paciente y el profesional sanitario, facilitar junto con los fármacos, sistemas de apoyo y medicación que aseguren su cumplimiento, y buscar la eficiencia a través del uso de biomarcadores que permitan incrementar las posibilidades de éxito e involucrar al ciudadano en la gestión de la propia salud.
“Es un documento claro y muy bien elaborado que incide, como probablemente no podría ser de otra manera, en aquellos puntos que consideramos básicos y que son la necesidad de sensibilizar al conjunto de la población, profesionales y ciudadanos; difundir información sobre el estado de la cuestión y hacer una llamada para la investigación en este campo; y establecer estrategias que conduzcan a un mejor cumplimiento de las terapias”, ha comentado el presidente del Observatorio para la Adherencia Terapéutica (OAT), José Manuel Ribera Casada.
Asimismo, la importancia del cumplimiento de los tratamientos radica también en el coste que supone no llevarlos a cabo. Y es que, según un estudio de la consultora IMS Health de 2012, el mal uso de los fármacos provoca aproximadamente un 8 por ciento del gasto sanitario en el mundo y, de esa cifra, el 57 por ciento se corresponde con problemas de no adherencia.
“La adherencia deficiente a los tratamientos a largo plazo compromete gravemente la efectividad de estos últimos, y supone un asunto crucial para la salud de la población tanto desde la perspectiva de la calidad de vida como de la economía de la salud. Además, tal y como sostiene la OMS, aumentar la efectividad de las intervenciones sobre adherencia terapéutica puede tener una repercusión mucho mayor sobre la salud de la población que cualquier mejora de los tratamientos médicos específicos”, señala la fundación en el informe.