Admitir la compraventa de órganos es volver a la ley de la selva

Admitir la compraventa de órganos es volver a la ley de la selva

Rafael Matesanz, Director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), describe en detalle y sin tapujos la difícil lucha contra el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes en el mundo
Por Lluis Badía La Gran Época
Mie, 2 Oct 2013 10:34 +0000
 

Rafael Matesanz en su despacho, en la sede de la ONT en Madrid. (Foto: Nathalie Paco)
Rafael Matesanz en su despacho, en la sede de la ONT en Madrid. (Foto: Nathalie Paco)

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Fue hace unas dos décadas cuando los medios de comunicación comenzaban a informar sobre una realidad que superaba en truculencia a cualquier relato de terror. El “hombre del saco” ahora también te quita un riñón y te deja abandonado en un contenedor.
Aunque se conocieron algunos casos en Europa, el fenómeno empezó a crecer en países donde el control estatal era mucho más laxo, o donde directamente el mismo Estado participaba en el lucrativo negocio que esta atrocidad genera. Pero como bien dice Rafael Matesanz, director de la ONT, no hay vendedor sin comprador.
Y la mayoría de los compradores proceden precisamente de países donde hay un mayor control sobre el tráfico de órganos, dando lugar a lo que se conoce como turismo de trasplantes. Este término empezó a utilizarse hace poco más de una década. Por aquel entonces, numerosos hospitales en China ofrecían en sus páginas web en inglés la obtención de un órgano vital en menos de una semana por precios que oscilaban entre los 50.000 y los 150.000 dólares, y el flujo de turistas en busca de un órgano crecía exponencialmente en China.

El tema se controla sabiendo el origen y el destino de todos los órganos

Sin embargo, ha sido solo en los últimos años cuando este crimen contra la humanidad ha empezado a ganar protagonismo en los foros internacionales de derechos humanos. En el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas celebrado recientemente en Ginebra, diferentes ONG llamaron la atención sobre la sustracción forzada de órganos a practicantes de Falun Gong en China.
Falun Gong es una práctica de meditación ancestral que es perseguida brutalmente por el régimen de China desde 1999. Precisamente los delegados chinos trataron de acallar las exposiciones de estas ONG durante diferentes sesiones del Consejo, consiguiendo finalmente el efecto contrario al convertir el asunto en el más debatido entre las delegaciones de los diferentes países.
A nadie sorprende ya que España se considere año tras año líder mundial en donación de órganos. Muchos ya saben que la clave del éxito se basa en un sistema de donación bien organizado por la ONT, del que cada vez más países de todo el mundo tratan de aprender. Sin embargo, tal vez no haya tantos que sepan que España es también líder mundial en la lucha contra el turismo de trasplante y el tráfico de órganos.
Desde el año 2010, España es el único país del mundo que castiga con penas de entre 3 y 12 años de cárcel a aquellas personas que obtengan un órgano con conocimiento de su origen ilícito, y que promuevan o publiciten de algún modo la obtención de este tipo de órganos.
La ONT, a través de su director, Rafael Matesanz, promovió activamente esta reforma en el código penal, que supone un avance sin precedentes en la prevención del turismo de trasplantes.
La Gran Época: ¿Sr. Matesanz, podría explicar cómo surgió la reforma del Código Penal de 2010 en materia de trasplantes de órganos?
ma tengo que decir que es una idea que mantengo desde hace 20 años. El tema del tráfico de órganos a nivel internacional es una cosa que preocupa a todos los organismos internacionales y a todos los países desarrollados.
Sin embargo, no se ve que realmente hayan hecho absolutamente nada ni Estados Unidos, ni Israel, ni Japón, ni la UE, que son realmente los compradores de esos órganos.Esto lo había propuesto en España ya en los años 90, e incluso fue algo que comenté en el Consejo de Europa, pero que no encontró una repercusión realmente importante.
Y el verdadero desencadenante de la reforma fue precisamente la aparición en prensa de un reportaje sobre la compra de un hígado en China. Tuvo una gran repercusión entre otras cosas porque yo creo que ha sido el reportaje que mejor plasma cómo un ciudadano viajaba a China para comprar un órgano.
En ese momento, hablé con la entonces ministra de Sanidad, que era Trinidad Jiménez, y aprovechamos para introducir algo que es único en el mundo, de forma que un español que vaya afuera a comprar un órgano y luego vuelva tiene responsabilidades.
Es una situación que no se da en ningún otro país del mundo y que últimamente ha levantado mucho interés en los foros internacionales porque son varios los profesionales que piensan que es la vía adecuada. Con ello no se trata realmente de castigar a nadie, se trata de prevenir.
LGE: Usted participó muy activamente en la redacción de una Directiva Europea de Trasplantes en 2010, ¿qué posibilidades había de trasladar la reforma española a toda la UE?
R.M: No se puede porque las competencias de la UE en ese sentido no son tales. Entonces realmente no habría sido posible aunque nosotros lo hubiéramos intentado. Cada país dentro de sus competencias es quien lo tiene que hacer. Lo que pasa es que hay una serie de instrumentos internacionales que sí serían muy positivos para que esta idea de España se desarrollara.
Por ejemplo, en estos momentos hay en marcha una Convención del Consejo de Europa sobre el tráfico de órganos, que está es sus fases finales y que esperemos se firme este año o el que viene. Dependiendo de cómo quede el texto final y dependiendo de los países que lo suscriban, sí sería un instrumento muy importante.
LGE: Entonces, ¿ve posible que la UE o la OMS impulsen estos cambios del código penal español?
R.M: Cuando uno explica este asunto y la posición de España, la gente lo entiende. Pero luego, a la hora de la verdad, los cirujanos, los equipos de trasplantes, la gente que tiene la responsabilidad sobre ello… A mí a veces me sorprende el hecho de que ven con buenos ojos que la gente se vaya en busca de un órgano.
El hecho de comprender al pobre enfermo que se va a comprar un órgano por ahí es una cosa que yo no entiendo. Pero lo cierto es que en los foros internacionales a mí me ha tocado discutir sobre este tema, y al final lo que frena a los países a hacer cambios es que a sus profesionales, los que realmente les asesoran en materia de trasplantes, da la impresión de que les parece muy bien esto.
Yo creo que en cuanto al turismo de trasplantes a nivel internacional existe un doble o un triple lenguaje y a mí me parece muy deprimente. Ojalá realmente occidente se pusiera las pilas y lo prohibiera.

LGE: Tal vez debería existir al menos una coordinación a nivel europeo, para evitar que un ciudadano español burlara el sistema español siendo atendido en otro país.
R.M: Yo creo que con esto no hay ninguna medida que pueda adoptarse de la noche a la mañana. El problema del tráfico de órganos o turismo de trasplantes, como se le quiera llamar, es que es un fenómeno que en el fondo nace de una desproporción.
Según los últimos datos que tenemos de la Sociedad de Trasplantes (The Transplant Society), en el año 2011 se hicieron 112.000 trasplantes de órganos en todo el mundo, y extrapolando la lista de espera que hay en España, que es muy pequeñita, a todo el mundo, podría estimarse que cada año más de un millón de personas necesitaría un órgano.
Por lo menos hay una conciencia a nivel mundial de que esto hay que frenarlo de alguna manera
Probablemente solo sea una estimación tentativa; hay quien adjudica un millón de personas solamente a China. Entonces nos encontramos con que, en el mejor de los casos, recibe un órgano uno de cada diez que lo necesitan. Pues si eso es así, y hay una parte del mundo rica y una parte del mundo pobre, esto es un caldo de cultivo perfecto para el tráfico de órganos.
Y es incontrolable, salvo que los países se comprometan en serio. ¿Por qué? Porque admitir la compraventa de órganos es volver a la ley de la selva. Incluso a pesar de que hay gente, e incluso un movimiento en EE.UU. que está fuertemente dirigido a defender la compraventa de órganos regulada, siempre lo he dicho, en mi opinión, con el tráfico de órganos tolerancia cero.
Me parece que es una forma de depravación del ser humano a unos niveles absolutamente insoportables.
LGE: Hablando de China, ¿cuál es su impresión sobre la situación del tráfico de órganos en China?
R.M: Yo creo que precisamente la palabra correcta es esa, impresión. Realmente es muy difícil saber lo que pasa. Entre otras cosas, los últimos datos que tenemos de China son de 2010. En 2011 ya no los dio y en 2012 tampoco. Y la verdad es que no sé muy bien por qué.
Porque nosotros les pedimos la actividad que tienen, tampoco les pedimos un origen de los órganos. Pero es como muy opaco, yo creo que al propio gobierno chino no le viene nada bien.En los últimos años, China lo que ha hecho es dos cosas. Una, comprometerse a disminuir el flujo de trasplantes de órganos procedentes de presos ejecutados; y dos, poner muchas limitaciones a que sean ciudadanos extranjeros los que vayan allí a por un trasplante.
Y también ha hecho otras dos cosas: una, establecer un registro de donantes para la gente que quiera donar sus órganos, que yo creo es una medida más de cara a la galería que otra cosa, pero por lo menos es algo. Y ha establecido un sistema de distribución de órganos, es decir, que antes no existía un sistema estatal.
Entonces la impresión que se tiene a nivel internacional, que tiene la OMS, es que el tema progresa, lo que pasa que progresa a un ritmo más lento de lo que debía. Y la impresión que tengo es que el gobierno central chino puede caminar y efectivamente parece que camina en una reducción de este problema, pero lo que ocurre realmente al final en un hospital en una región perdida de China no es bien controlado.
LGE: ¿Qué acciones está llevando a cabo la ONT contra el turismo de trasplante?
R.M: Nosotros llevamos colaborando con todo tipo de instituciones internacionales en este tema desde hace muchos años. De hecho, en el año 2010 presentamos un informe del Consejo de Europa ante las Naciones Unidas que realmente está redactado por nosotros en un 90%, y todo lo que se ha trabajado en el Consejo de Europa nosotros lo hemos liderado.
Otras iniciativas, ya más jurídicas, en las que nosotros hemos participado a nivel técnico ha sido con la OMS, con el Consejo de Europa, en América Latina con la OPS, y luego con la Sociedad de Trasplantes. De hecho el premio Príncipe de Asturias que nos dieron fue por eso, por la cooperación internacional en la lucha contra el tráfico de órganos.
Nosotros hemos invertido ahí mucho tiempo y esfuerzo.En la lucha contra el tráfico de órganos, yo creo que hay dos aspectos. Uno, intentar compensar esa desproporción. Si resulta que esto se produce porque la relación oferta-demanda es 1-10, pues vamos a intentar aumentar la oferta para que esa desproporción sea menor.
Y lo segundo es hacer que los países desarrollen acciones; todo esto siempre se produce en Estados “débiles”.A veces a mí me gustaría que todo fuera mucho más rápido, pero yo creo que se han hecho cosas en los últimos diez-quince años.
Por lo menos hay una conciencia a nivel mundial de que esto hay que frenarlo de alguna manera. El propio gobierno chino se siente un poco más cercado en cuanto a la opinión pública mundial respecto a que estas cosas no se pueden seguir haciendo.
LGE: Precisamente en China, según el Informe sobre las alegaciones de sustracción de órganos a practicantes de Falun Gong en China, elaborado por David Kilgour y David Matas en 2006, entre los años 2000 y 2006 se produjeron más de 44.000 trasplantes de órganos de origen desconocido…
R.M: El tema se controla sabiendo el origen y el destino de todos los órganos. Esto que se sabe de un producto farmacéutico, quién lo ha fabricado, por dónde ha pasado y dónde ha llegado, es fundamental en los órganos. Pero hasta que un país no logra eso, no puede decir que tiene controlado el tema.
En China, empezamos por no saber siquiera cuántos trasplantan. Hay países donde es evidente que el control se ha hecho y países donde el control no se ha hecho. Pero yo creo que el camino para la normalización debería pasar por la transparencia, sin transparencia es imposible.

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