Antón Fernández:«Con los donantes vivos vemos historias realmente increíbles»

Antón Fernández coordinador de trasplantes del CHUAC


El médico reivindica la potencia del modelo español de trasplantes

Antón Fernández (A Coruña, 1960) es una parte importante de uno de los grandes orgullos nacionales: la estructura de trasplantes. Lleva casi veinte años en el CHUAC, siete de ellos como coordinador, tiempo suficiente como para saberlo prácticamente todo de un sistema envidiado en el mundo entero.
-¿En qué consiste su trabajo?
-En un hospital como este, donde hay donaciones y trasplantes, el coordinador está en medio de todo el proceso; desde que alguien ingresa con una patología que puede convertirle en donante hasta que le dan el alta al paciente que recibe el trasplante. Lo que marca el éxito español en la estrategia de trasplantes es la existencia de la figura del coordinador, el trabajo en red de la Organización Nacional de Trasplantes y la cobertura por parte de los medios de comunicación.
-¿Por qué no copian otros países este modelo?
-Hay muchos que lo han copiado. Es lo que se conoce como el modelo español. Es muy importante que los hospitales interioricen la importancia de la donación, que haya colaboración por parte de las unidades. Le pongo un ejemplo: un paciente de 79 años ingresa en Urgencias con una hemorragia cerebral y sin contraindicación para ser donante. Los médicos que le atienden valoran que no se le puede operar. Hay dos opciones: intubarlo y mandarlo a cuidados intensivos o a una habitación donde fallecerá. Fallecerá en ambos casos, pero en cuidados intensivos podrá convertirse en donante.
-¿Y un corazón con 79 años puede seguir funcionando en otro cuerpo?
-Un corazón quizás no, pero un hígado, probablemente sí.
-¿Hacia donde va la investigación en trasplantes?
-La gran revolución estará en el diseño de órganos a la carta a través de células madre reprogramables; que el propio paciente pueda generar el órgano.
-Esa era la gran promesa de la investigación con células madre pero vamos algo lentos…
-De vez en cuando voy a los colegios a contar estos avances y le digo a los chavales que yo no lo veré, pero ellos sí. Hay que pensar que hace 25 años, lo que ahora hacemos era casi ciencia-ficción.
-Con su experiencia en este cargo, estará llenos de historias de vida… y de muerte.
-Efectivamente. A la muerte nunca se acaba uno de acostumbrar. Ya no lo veo como hace veinte años, pero todavía me emociono y lloro con las familias. He gestionado donaciones del hijo de unos íntimos amigos, de compañeros a los que quería mucho; de familias que han pasado por el trance dos veces…
-Pero también ha visto salir por la puerta a pacientes que quizás no contaban con sobrevivir.
-Sí. Es cierto. La verdad es que con las familias de donante cadáver se establece una relación, porque tenemos que hablar con ellas varias horas, a veces más. Pero con los donantes vivos, con quienes establecemos una relación mayor que se prolonga a lo largo de meses, vemos historias realmente increíbles. Aquí hemos tratado, no ya con gente que le dona un riñón a su pareja, que es habitual, sino con quien se lo da a su ex pareja. Incluso estuvimos a punto de llevar adelante una donación de alguien para el marido de su expareja, aunque al final no se pudo hacer.
-El colmo del altruismo.
-Sí. Aquí se ve lo mejor, pero a veces también nos encontramos con muchas miserias. Recuerdo el caso de una familia en la que, a la hora de decidir cuál de los hermanos debía donar, decidieron que lo hiciera el que estaba en paro.
-Y tras vivir estas historias a diario, va a casa y pone la tele.
-O me voy a tomar algo con los amigos. El truco para sobrevivir en este trabajo reside en llevarte para casa la menor cantidad de trabajo posible.
-¿Qué piensa cuando oye la expresión «esto cuesta un riñón»
-Mire, los trasplantes cuestan mucho y se hacen en el sistema público. Nadie por estar en una institución privada tendrá ventaja en una lista de espera. El altruismo es fundamental. Cuando desaparezca el altruismo, el sistema se destruirá.

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