Tiene 72 años y no ha perdido el buen humor a pesar de que la unidad de diálisis del hospital de Barbanza se ha convertido casi en su segundo hogar. Allí acude Francisco Hermo con frecuencia para seguir adelante y todavía recuerda cuando debía desplazarse a Santiago de Compostela para recibir este tratamiento. Hace años se sometió a un trasplante de riñón, pero su cuerpo lo rechazó y tuvo que seguir luchando. Actualmente se encuentra aguardando para someterse a otra operación de la que espera salir con más suerte: «Voy a diálisis tres días a la semana mientras no aparece un donante». Hace más de una década que Francisco Hermo debe convivir con la enfermedad y sigue esperando a que suene el teléfono.