José Carlos Gándara. // Noé Parga

“La asociación de enfermos renales de Pontevedra fue creada en 1979, pero dejó de funcionar, cayó en el ostracismo”, explica José Carlos Gándara, que trata de remontar la enfermedad gracias a un trasplante de órgano de su hermano. El colectivo se “reactivará” el próximo día 22 en el salón de actos del Hospital Provincial, cuando Alcer-Pontevedra echará a andar de nuevo.
-¿Qué motivos le ha llevado a reactivar la Asociación de Lucha contra las Enfermedades Renales en Pontevedra?
-En la unión está la fuerza. Un enfermo por sí solo puede protestar, pero no es lo mismo que lo haga una asociación que venga respaldada por un grupo numeroso de afectados.
-¿Hay muchas personas afectadas por problemas renales en la comarca?
-La verdad es que sí. Conozco sobre todo la zona norte de la provincia, Pontevedra y Vilagarcía, y en tratamiento de diálisis renal hay más de 400 personas.
-¿A qué problemática se enfrenta este colectivo?
-Son problemas a todos los niveles. Uno de los principales es el transporte sanitario público. Las ambulancias van recogiendo a diferentes pacientes. Por poner un ejemplo, si hay un paciente que va a Vilagarcia y sale de O Grove, éste es recogido a las seis de la mañana para llegar a las ocho, ya que la ambulancia va recogiendo a otras personas en Cambados, Vilanova, o incluso se desvía a Armenteira a buscar a otro enfermo. Hasta completar el aforo. Es un buen ‘tute’ de kilómetros.
-¿Están afectando los recortes también a estos enfermos?
-Fui trasplantado hace un año y ahora estoy alejado de los centros de diálisis, pero los enfermos perciben como en el Sergas están pasando la tijera. Si antes había un ratio de cinco pacientes por enfermera, ahora el ratio es de seis, lo que se traduce en más tiempo de espera para conectarse a la diálisis. Hay que tener en cuenta que estos enfermos deben conectarse cuatro horas tres veces a la semana.
-¿Cuál es la patología renal más frecuente?
-La más grave es la insuficiencia renal, que es cuando el riñón deja de funcionar y tienes que conectarte a la diálisis. Fue mi caso. Entonces hay que recurrir a la maquina del ‘demonio’, estuve yendo cuatro años y no quiero recordarlo. Hay gente que está más tiempo. Tuve la gran suerte de recibir un trasplante de mi hermano, y gracias a Dios pude salir de ahí.
-¿Fue al vivir esto fue cuando decidió retomar la actividad de esta asociación?
-Vi que era necesario, que iba a ser un bien común, que se podían hacer cosas y por eso me animé a poner esto en marcha. Hasta ahora mismo no había ninguna organización en Pontevedra, cada uno por su cuenta. Pretendemos reorganizar a los enfermos renales.