La actual definición de la enfermedad renal crónica provoca sobrediagnóstico
MADRID, 31 Jul. (EUROPA PRESS) –
En 2002, se introdujo un nuevo marco para definir y clasificar la enfermedad renal crónica (ERC), entendida como la presencia de daño renal o disminución de la función renal durante tres meses o más, independientemente de la causa, y se basa principalmente en medidas de laboratorio. El marco ha sido ampliamente adoptado por muchos países porque se suponía que la detección temprana y el tratamiento frenaría la progresión hacia la insuficiencia renal, y fue actualizado en 2012.
Según publica ‘British Medical Journal’ (BMJ), Ray Moynihan y sus colegas sostienen que esto es evidencia de sobrediagnóstico, por lo que estos expertos hacen un llamamiento a examinar de nuevo la definición de esta patología e instan a los médicos a tener cuidado con el diagnóstico de los pacientes, particularmente los de mayor edad.
Este artículo es el segundo de una serie que analiza los riesgos y los daños del sobrediagnóstico en una serie de condiciones comunes. La serie, junto con la Conferencia de Prevención de Sobrediagnóstico, que se celebrará en septiembre en New Hampshire, Estados Unidos, forma parte de la campaña de la revista para ayudar a hacer frente a la amenaza para la salud y la pérdida de dinero provocada por la atención innecesaria.
Algunos médicos han expresado su preocupación por la adopción de esta definición, que se ha traducido en que más de uno de cada ocho adultos (casi 14 por ciento) en Estados Unidos están marcados con la enfermedad renal crónica y uno de cada seis adultos en Australia. Antes de la nueva definición de 2002, se estimaba que 4,2 millones de estadounidenses (1,7 por ciento) tenían enfermedad renal crónica.
En Reino Unido, las derivaciones a especialistas para la enfermedad renal crónica suponen el 60 por ciento, según un estudio de la Universidad de Cardiff, y el 40 por ciento en un hospital en Brisbane, Australia. A pesar de la gran cantidad existente ahora de etiquetados con enfermedad renal crónica, las bajas tasas de insuficiencia renal sugieren que muchos de los diagnosticados nunca progresarán a una enfermedad grave.
Según los autores del artículo, esto es una prueba de un diagnóstico excesivo, además de señalar que el efecto psicológico de ser etiquetado con la enfermedad y la carga y los costos de la evaluación repetida, las pruebas y el tratamiento son potencialmente innecesarios. Estos expertos creen que el riesgo de sobrediagnóstico “merece un mayor escrutinio profesional y una mayor conciencia pública”.