Los trasplantados quieren y pueden hacer ejercicio
Los trasplantados quieren y pueden hacer ejercicio
La satisfacción de la doctoranda ante los resultados obtenidos es enorme, por las conclusiones y por otras dos cosas: no se lesionaron y consiguieron adherencia al deporte. “Aunque al principio tenían agujetas consiguieron una disciplina, notaron una mejoría, vieron que tenían mejor calidad de vida, por ejemplo, al subir escaleras, mejoraron en el sueño, sentían menos fatiga, por lo que aumentó la capacidad de hacer ejercicio”, explica.
Esto es importante porque a nivel médico no se prescribe el ejercicio y “es un error”, afirma tajante Hernández: Les dicen vete a caminar, sí muy bien, pero cuánto y cómo, no les dicen la intensidad y no es lo mismo caminar media hora por el parque que parando viendo escaparates”, continúa.
Por ello esto no acaba aquí, sino que comienza y la investigadora dará charlas en los hospitales y va a trabajar con los nefrólogos dándoles unas pautas, escribirá artículos de investigación y acudirá a congresos y espera que su tesis vea la luz pública en el primer semestre de 2014.
El trabajo tuvo en cuenta distintas variables: el grosor muscular -medido con una ecografía-, con un dinamómetro isocinético les midió la fuerza y la potencia muscular, la capacidad de equilibrio -relaciona la fuerza muscular y la fragilidad- y por último, un cuestionario de calidad de vida.
Fueron 20 sesiones de entrenamiento que terminaron las navidades pasadas, después se realizó la estadística en la UEMC y las valoraciones en CIDIF mientras Sonsoles Hernández impartía sus clases del segundo cuatrimestre en la Universidad.
Los resultados, por tanto, son que la funcionalidad y calidad de vida de las personas trasplantadas aumentaron significativamente, incluso en algunas pruebas más que las no trasplantadas que entrenaron a la misma intensidad, pero la masa muscular, aunque se nota una tendencia al incremento, no es significativa (es menos que los no trasplantados). “Esto es debido a la síntesis proteíca, a la debilidad muscular de los pacientes con trasplante renal debido a la diálisis de años anteriores, a la medicación inmunosupresora que todos tenían y posiblemente, a una subestimación en el esfuerzo requerido”, explica esta licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Respecto a la fuerza, todos, trasplantados y no, mejoraron de forma significativa, lo que a nivel de independencia es fundamental por la fuerza y potencia que necesitan para la vida diaria.
Los parámetros funcionales en el grupo de los trasplantados que no hizo ejercicio descendió y en los no trasplantados -grupo control- siguió igual, aunque también es cierto que sus condiciones al principio era las mejores.
“Ha sido muy importante también que los niveles de creatinina (Cr) no aumentaran tras el entrenamiento (al 75%), ya que es uno de los parámetros que da información sobre la funcionalidad del riñón e influye considerablemente en la aceptación de los trasplantados a la hora de hacer ejercicio físico”, comenta Hernández, que también es preparadora física de deportistas de élite con trasplante renal.
Al terminar las sesiones, Sonsoles Hernández les puso unas tablas de ejercicios, tanto para casa como para el gimnasio, que algunos hacen y otros menos, pero lo importante es saber cuáles son los beneficios, que el ejercicio funciona, que pueden realizarlo y que muchos, como le demuestran a diario en las consultas que le realizan incluso vía correo electrónico, quieren hacer deporte.