“No somos conscientes de los grandes médicos que tenemos”

ADOLFO PULGAR | Entrenador del Universidad, trasplantado de riñón el 28 de octubre

“No somos conscientes de los grandes médicos que tenemos”

“En el momento de la operación me sentí aliviado; lo peor fue hace tres años, cuando me dijeron que tenía insuficiencia renal avanzada”

12.11.2013 | 09:14

"No somos conscientes de los grandes médicos que tenemos"

“No somos conscientes de los grandes médicos que tenemos” 

Adolfo Pulgar no sirve para estar convaleciente ni para quedarse en casa esperando a que se le vayan cayendo los 48 puntos de sutura que le pusieron después del trasplante de riñón que le realizaron el pasado 28 de octubre. El de Olloniego es una persona activa, a la que le gusta estar en movimiento, ya sea por las mañanas atendiendo el bar que regenta en Oviedo o por las tardes dirigiendo los entrenamientos del Universidad, equipo al que entrena desde hace 16 años.
A quienes suelen acudir a los campos de fútbol de Asturias se les hizo raro que durante un par de jornadas Pulgar no estuviera en el banquillo del Uni, gritando a los jugadores o lamentando las ocasiones falladas. A él también le resultó extraño pasarse dos semanas alejado de sus jugadores y el domingo, sin cumplirse dos semanas de la operación, volvió para dirigir a los verdes en el campo del Covadonga. En un primer momento iba a quedarse en la grada, más resguardado del frío, pero viendo que hacía buen día y que no había riesgo para un organismo que aún está bajo de defensas decidió sentarse en el lugar donde se encuentra más cómodo…
“Tengo que llevar cuidado de no coger frío porque aún estoy algo bajo de defensas. Tengo que ir bien abrigado y estar bajo techo”, explica Pulgar poco antes de desplazarse a Mieres, donde ayer entrenaba el conjunto estudiantil.
Pulgar ha llevado en completo secreto, salvo para sus más allegados, una enfermedad que le detectaron hace ya 18 años. Entonces tan sólo se trataba de una insuficiencia renal. Lo malo vino hace cerca de tres años, cuando se convirtió en una insuficiencia renal avanzada. “Me dijeron que había que trasplantar”, explica.
Fue el peor momento, mucho más duro que los instantes previos a que le trasplantasen el riñón: “Hace 18 años, al hacerme una analítica normal, me vieron hematíes en la orina y me dijeron que tenían que hacerme más pruebas. Pero aún no había avanzado la enfermedad y tan sólo tenía que hacerme controles periódicos. Hace tres años fue cuando me diagnosticaron la insuficiencia renal avanzada y cuando tuve que empezar con diálisis. Ése fue el peor momento, porque no sabes si vas a poder hacer una vida normal”.
Mucho más tranquilo se quedó cuando conoció al equipo médico que le ha hecho la vida mucho más fácil y al que Pulgar no se cansa de elogiar. “Me cogió el grupo de diálisis peritoneal que tenemos en Asturias, que es de los mejores que existen. Me dieron mucha confianza. Es un grupo que se lleva bien, que está cohesionado. Me han ayudado mucho. Saben quién eres y te están esperando cuando vas a una revisión. Son unos fenómenos. No somos conscientes de los grandes médicos que tenemos. Y por eso te da rabia cuando ves que les recortan y que les faltan cosas para hacer mejor su trabajo. Ellos se dedican en cuerpo y alma y tratan de suplir las carencias con esfuerzo”.
Este equipo fue el que le enseñó a utilizar la máquina de diálisis que lo ha acompañado cada noche durante estos últimos tres años: “Fue un alivio poder llevarla porque me permitía hacer una vida completamente normal. Me lo ponía por la noche en casa y ni hacia ruido ni me molestaba para nada. Cuando iba en un viaje corto con el equipo hacía la diálisis de manera manual. En los hoteles ponía la bolsa encima de la cama y me metía el catéter. Si en vez de dos o tres días me iba más tiempo de viaje ya me tenía que llevar la máquina. En todo este tiempo no le he dicho lo que me ocurría a ningún jugador”.
El paciente que espera un riñón puede recibir la llamada en cualquier momento del día o de la noche, y puede que para nada. “Ésta era la tercera vez que me llamaban. Siempre llaman a cuatro personas compatibles, se quedan con dos y los otros dos se van. La primera vez que me llamaron los otros dos eran más compatibles y en la segunda descubrieron que el riñón que me iban a trasplantar tenía un quiste. Una vez me llamaron a las dos de la mañana y otra a las once de la noche”, recuerda.
Pero la tercera fue la definitiva: a las ocho de la tarde del domingo 27 de octubre. “Te hacen las pruebas y tienes que esperar cuatro o cinco horas. No estaba nervioso, sino aliviado. Me llevaron a una habitación y primero operaron a la otra persona que habían seleccionado de los cuatro a los que llamaron. Cuando me tocó, apenas me enteré. De pronto desperté y estaba en reanimación”, explica. La intervención duró tres horas y media y en los prolegómenos volvió a colarse el fútbol por donde menos se lo podía esperar. “Me dijeron que la anestesista es juez de línea de Segunda B. Empecé a hablar con ella un poco de fútbol y de pronto ya no me enteré de nada más”.
A Pulgar ahora le toca cuidarse un poco más de lo normal, pendiente de que no haya un rechazo. Que pasen los días y siga encontrándose bien es la mejor señal. Cada semana tiene que ir a revisión y le han mandado que camine una hora por la mañana y otra por la tarde. Pero Pulgar lo tiene claro: “Mi mejor medicina es el fútbol”. Y cuando le das un poco de cuerda empieza a hablar de lo suyo: “El Langreo gana la Liga, seguro. Y no me extraña que el Praviano vaya arriba porque se ha reforzado muy bien y los equipos de Xiel siempre defienden bien…”.

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